CUANDO TU PREMISA ES UNA PATATA
Pues eso nos pasa a casi todos al principio. Tenemos una idea que nos parece fantástica. Empezamos a pergeñarla construyéndola con un par o tres o cinco situaciones que nos emocionan y divierten (a nosotros solos, pero de eso no nos hemos dado cuenta aún). Creemos que podremos continuarla y seguimos adelante escribiendo y escribiendo situaciones. Y un día un colega te dice que te ha conseguido una cita con un productor que está buscando ideas. Entonces empiezas a ensayar cómo contárselo. Y todas las maneras que se te ocurren son una auténtica patata. Aburridas, farragosas, ¡estás contando la historia entera…!
EL CONCEPTO
¿Y por qué esperas a ese momento para buscar tu manera ideal de contar brevemente tu historia? ¿Por que no tenemos, los guionistas que escribimos en castellano y portugués, el hábito de pensar en un concepto para nuestra idea en cuanto se nos ocurre?
LOS OTROS
En nuestra historia de Perdidas en La Selva hemos cubierto esos pasos anteriormente relatados. La premisa no nos sirve. Hemos de seguir buscándola. ¿Qué me gustaría a mi encontrar en la cartelera de cine de mi ciudad si me topara con ese título: Perdidas en La Selva? Creo que tenemos que pensar más en los otros para escribir para ellos sobre las cosas que se me ocurren a mí. ¿Sobre qué estoy hablando? Sobre tres mujeres que negándose a resolver sus problemas en casa huyen a la selva… ¿A la selva? ¿Por qué?
Ya. Vale. Pero ¿eso lleva a la gente al cine? Puede que sí. En las clases de producción para guionistas de la Escuela de Guion de Madrid, Nacho Faerna y Iona de Macedo insisten en el concepto y en a quién va dirigida tu película o tu serie. Me he perdido dentro de mi propia historia. Como mis personajes. Acabo de entrar en mi propia selva. La Crisis del Guionista.