II. Se Impone la Revolución de la Estructura Narrativa

Cuántos años oyendo hablar de géneros cinematográficos y su estructura. No hace tanto que empezamos a oír hablar de tonos cuando empezaron a mezclarse los géneros y entonces la duda era qué estructura ha de tener un thriller melodramático el de melodrama o el de thriller. Los guionistas, para no liarnos decidimos separar dos términos: tono y ritmo. El tono lo marca el personaje y el ritmo la estructura. Y a tirar millas.

Pero hoy escuchando a Patxi Larrañaga en un brillante seminario acerca de la muerte de la música contemporanea he reflexionado sobre dos conceptos por él expuestos. La microestructura y la macroestructura. Y sí, al igual que en la composición musical, podríamos los guionistas generar microestructuras para las secuencias que se enmarquen en una macroestructura general de la película. Seguro que esto ya está inventado. Seguro. Y seguro que algunos recordareis películas que cumplen este ritual.

Qué pasaría si empezáramos a replantearnos la estructura de los géneros y los tonos y los ritmos y los actos. ¿Estaríamos generando películas átonas, arítmicas, inarmónicas? Quizá no. Quizá como he aprendido de Patxi Larrañaga el espectador buscaría esa melodía interior que nuestra percepción humana ansía en toda composición artística.

Ha llegado el tiempo de la innovación del lenguaje audiovisual en la era digital. Y esa innovación quizá no se encuentre únicamente en qué historias contar, si no como siempre, en cómo contarlas.

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