El Conversatorio de la EscuelaGuionMadrid se revela como un encuentro necesario

Enseñar es un bien preciado y en alza al alcance de todos. Aceptar a los nuevos es, sin embargo, una acción que los mediocres temen.

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Esta semana pasada comenzamos en la Escuela de Guion de Madrid una nueva actividad que inicialmente se llamó Talentario pero que ahora preferimos denominar CONVERSATORIO por parecernos menos excluyente.

El tema a tratar fue «Mamá, quiero ser guionista». Tres guionistas de las nuevas generaciones y con éxito profesional (léase éxito a que tienen trabajo remunerado) expusieron a los nuevos guionistas por llegar cómo empezaron, cómo fueron introducidos en ese arca de Noé llamada industria audiovisual y a qué dedican su tiempo libre.

A todos ellos Noé les pilló trabajando, como las musas suelen encontrar a los creadores. Sus horas de trabajo comienzan al amanecer incluidos sábados, domingos y fiestas de guardar. Y la palabra escribir para ellos no significa ser torturado hasta la extenuación. (Lo de «miedo a la página en blanco» seguro que fue acuñado por alguien que nunca ha tenido que cruzar una calle oscura, en mitad de la noche, en San Blas).

Todos ellos coincidieron en que a escribir se aprende escribiendo mucho, a escribir bien sobre un tema se aprende empapándote más que mucho sobre ese tema. La palabra desfallecer no tiene demasiada cabida en su diccionario del uso del español.

«El cine español de autor está perdiendo nichos y ese talento se está desviando hacia las series de televisión.» Con sentencias de este calibre se abrió el Conversatorio y el nivel no disminuyó un ápice en las dos horas que allí estuvimos. (Luego continuamos hasta entrada la noche).

Para Angela Armero, guionista actualmente de series de tv y escritora de novelas, la vía más directa para conseguir un trabajo como guionista es demostrando que tienes algo de talento para lo que te postulas. Ella envío tramas de una serie norteamericana a una cadena y la eligieron en la productora española para una de sus series en activo. A Fran Araujo, guionista recién llegado al cine, lo escogieron en Periodistas de manera muy similar. Y Remedios Crespo, autora de guiones de cine y tv, entró en el mundo del guion después de pasar años en los equipos técnicos de series de tv.

En el Conversatorio se dijeron cosas como «La base de toda estructura es: no me aburras». Y lo subrayamos aquí porque estamos seguros de que cientos de guionistas en potencia y algunos otros ya profesionales se miran tanto el ombligo que al escribir no se percatan de que hace algunos minutos sus tramas murieron ahogadas en el mar del aburrimiento. Se insistió en que el guionista debe ser capaz de saber vender su idea, bien para un largo, un capítulo, una serie o simplemente un diálogo o secuencia. Somos vendedores. Se defendió que hay conocimientos de producción que nos ayudan a sobrevivir como guionistas. Luego, lo de permanecer encerrados en la cápsula del «yo escribo luego existo» es un suicidio. Cuanto más aprendas sobre toda tu profesión más tiempo sobrevivirás dentro de ella.

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